...encendieron la luz...

Si Peter Pan viniera a buscarnos una de estas noches lluviosas,
le pediríamos por favor que no encendiera la luz. Porque ya
no somos los niños que buscaban con él el paraíso de
Nunca Jamás. El pobre Peter se encontraría con el fracaso de
nuestra madurez, el alma cargada de nicotina y la ceniza gris
del tiempo en nuestras sonrisas. Estas navidades Peter Pan
vino a buscarnos y algún malnacido dio la luz. Apretó el
interruptor para dejar desnuda la evidencia de que ya no
somos niños. Las navidades ya no son lo que eran. Ya no
montamos el Belén escondiendo tras el portal al madelman
guerrillero asaltando a un inocente ángel. No pateamos con
el mismo desconcierto la Plaza Mayor invadida de casetas,
espuma, árboles huérfanos y niños que se pierden. Ni
siquiera me atraganto con las doce uvas, ni dejo mis
zapatos abandonados junto a la puerta. En la república de
mi madurez no caben reyes ni santos. Nos visitan los fantasmas
de las navidades pasadas y vuelan como pavesas los regalos
que un 6 de enero nos hicieron, junto con los anuncios de
colonia, el neón de los supermercados y el suelo de la Puerta
del Sol lleno de cristales y burbujas. Todos los niños se
perdieron devorados por esa serpiente de luces que sale del
aparcamiento de unos grandes almacenes. Dónde estará el
niño que fuimos... Probablemente junto a Mowgli cosiendo
botas para Nike en algún remoto país asiático, fumando crack
en algún barrio perdido de Los Angeles con Huckelberry Finn,
quizá su foto navegue en el negocio de la Red junto con el
desnudo de Caperucita... Quién sabe. Tal vez sonríe dormido,
de regreso de la cabalgata, en algún vagón de metro atiborrado
de hombres y mujeres tristes y solos, que apagan la luz cuando
viene Peter Pan.

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