...Pasan las horas mientras te espero,
golpean mi cabeza miles de recuerdos.
Pasan las horas y tú no apareces,
el tiempo todas las batallas vence.

Pasan las horas y de ti no queda nada,
sólo una rubia que me mira al pie de la barra.
Pasan las horas, decido marcharme y tú no viniste,
quizá le diga algo a la rubia antes de irme.

Antes de irme..



La cita.Ismael Serrano.

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La cinta del mundo geometrico en el que me adentro cada dia, no para ni un solo segundo. A veces la cinta corre como una liebre, y otras, igual por el cansancio acumulado, va como una tortuga de lenta.

Aunque no te deje manipular la velocidad a la que debe marchar, tiene una gran ventaja: permite ver las carreras pasadas. Esto tiene un peligro y es que a veces recuerdas todo como si acabara de pasar, y te quedas atascado sin poder avanzar. Al principio no te importa revivir las batallas ganadas, aunque pronto te das cuenta de que los fallos cometidos son algunos mas. Te quieres liberar



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Yo quise olvidar, estoy seguro. Incluso
aceleré tanto los caballos lujosos de mi vida
que pude haber llegado más allá del olvido.
Pero si hay arte en olvidar, cuando el recuerdo
vuelve, no como nostalgia sino cual boca viva,
también ha de haber arte en no sucumbir
a esa trepidación de odio, tristeza y futuro
que es el recuerdo no deseado, aquel garfio
que resultó, a la postre, más potente que la fantasía.
Quise olvidar. Quise tapar al niño negro que fui,
a esas tardes tan tristes, a los días violentos,
al extraño odio de unos camaradas de piedra...
Quise habitar un palacio de olvido. Y no pude.
Afortunadamente, dioses, no he podido. Pues si
es un arte olvidar, también lo es (y terrible)
volver virgen a morder aquella fruta podrida.








Es lo que tiene cumplir con las horas que te dan los dias, que te dan los años.

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